domingo, 16 de marzo de 2008

El golpe de la puerta me despertó

El golpe de la puerta me despertó. La verdad es que más bien fue lo que terminó de desvelarme, porque en realidad despierto llevaba más de media hora. Clara se iba a trabajar, y se había despedido de mí con un beso en la mejilla, yo aún en la cama:

-Pásalo bien, cariño.
-Puff, ya ves, aquí esperándote a que vuelvas.
-Ya sabes que a mi no me gusta trabajar los domingos, Pepe, pero estando Esther mala...
-Ya ya, si lo entiendo, no pasa nada... Bueno, amor, que te sea leve.
-Gracias, luego te veo.

Cuando escuché la puerta, dejé pasar un par de minutos para asegurarme, y después me levanté de la cama. Me acerqué despacito hasta la puerta del dormitorio y me asomé al pasillo... se había ido. ¡Yujú!

Salí de la habitación tan sólo con la ropa interior con la que dormía (“No andes descalzo por el parquet”), sin importarme si me veían por el balcón. Que disfrutaran, había perdido seis kilos en lo que iba de año y no era cuestión de esconderme, ¿no?. Me dirigí a la cocina, le di un trago al brik de leche (“No bebas directamente del brik”) y me metí una magdalena entera en la boca (“No seas bruto comiendo”) Cómo pude, me fui cantando para el salón:

“Y es..... que.....yo ¡parapapáá!
Amo la vida, amo el amor ¡parapapáá!
Soy un truhán, soy un señor ¡parapapááá!
¡Algo bohemio y soñadooOOOOR!”
("No des voces por el pasillo”)

Micifuz me miraba desde su silla con una mirada increíblemente expresiva... seguramente acababa de decidir que ya me había vuelto loco definitivamente. Puede. Le di una golosina de esas que tanto le gustaban (“No des de comer a Micifuz golosinas por la mañana”) para asegurarme de que no se chivara... ya sé que es un gato, pero un gato con una mirada muy expresiva. Mejor prevenir.

Para comer me preparé una pizza de Casa Tarradellas en el microondas, y me la comí tirado en el sofá, aun en ropa interior (“No comas en el sofá”, “No andes desnudo por la casa”, “ten cuidado con las migas”) No tuve ningún cuidado con las migas, ya barrería después. Me quedé dormido según estaba tirado en el sofá.

Por la tarde, dispuse todo lo necesario: saqué mi botella de Chivas 12 años, mi tabaco, el Marca y el As..y puse la radio para estar al día de la jornada futbolística. Mientras me preparaba un cubata, “¡El talonario, el talonario...talonario bancotel!”, me encendí el primer pitillo de la tarde (“No fumes en el salón”), y me relajé.. El Madrid estaba palmando “¡Pepe, un puritoo!” contra el Getafe, y para más INRI, el barsa estaba metiéndole cuatro al Cádiz..necesitaba relajarme más aun, había que confiar en San Ronaldo Redentor..”Cuponazo de la ONCE, porque todos los días ¡Toca! Todos los días ¡Toca!... (“No pongas los pies encima del sofá”)

La jornada de liga acabó, y con ella se fue el relax. Mi cabeza empezaba a repetir una y otra vez frases de ánimo como “El algodón no engaña” o “Mr.Propper fue al principio ahora se llama Don Limpio”, preparándome para lo que tocaba a continuación. Pasé la mopa por el salón, fregué los pocos cacharros que había ensuciado y escondí los periódicos deportivos para tirarlos al día siguiente por la mañana. Dejé el salón impecable, puse comida seca en el cuenco de Micifuz y, tras ver un rato la tele, me metí en la cama.

El golpe de la puerta me despertó. Miré el despertador de la mesilla, las 23:27.

-Pepe ¿Ha fumado alguien en el salón? ¿Dónde estás?
-¡Aquí!
-¿Ya estás acostado? ¡Que hombre tan aburrido! ¿Qué tal el día?
-Aquí, esperándote. Cómo siempre.

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