domingo, 16 de marzo de 2008

Cuando cogí el bolígrafo, la mano me temblaba

Cuando cogí el bolígrafo, la mano me temblaba.¡Qué nervios! Se iba a llevar una sorpresa enorme...

La casa llevaba en venta dos semanas, y según mi primo, un agente inmobiliario serio y trabajador, bastantes personas se habían interesado por la misma. Así que, suponía que en unos pocos días ese asunto estaría finalizado, terminando con el último lazo que me unía a Madrid. Había preparado todas mis posesiones, que tristemente me habían cabido en unas pocas maletas, y ya estaba preparado para mudarme a Londres con ella, la mujer de mi vida...¡íbamos a ser tan felices! Pero antes había comprado billete de ida y vuelta para darle una sorpresa. El próximo que comprara, sólo sería de ida...

Desde el aeropuerto de Gatwick, que se encuentra a bastantes kilómetros de la capital, tomé un taxi hasta Oxford St. La oficina de Marta estaba en una calle paralela a ésta, en una de las zonas más comerciales y céntricas de la “City”. La verdad es que yo no tenía apenas ahorros, pero por lo que ella me contaba, las cosas no podían irle mejor. Había ascendido rápidamente, y tenía un puesto de importancia dentro de su empresa. Hizo bien en irse a vivir a Inglaterra, la verdad, le salió bien la jugada. Y hubiera hecho yo bien también si me hubiera ido con ella. Ahora si estaba más animado, pero entonces, hace 9 años, no me atreví a seguirla. La había echado mucho de menos, la verdad, pero ahora que por fin lo tenía claro, nada podría impedirnos ser felices juntos de nuevo...

Llegué hasta la puerta de su oficina, con la esperanza de que aún trabajara allí. Hacía más cuatro años que no recibía ninguna carta suya, ni siquiera por navidades, lo que era muy extraño, ya que yo aun vivía en la misma dirección. Incluso pregunté varias veces en la oficina de correos, pero me decía que no tenían nada allí..aunque vaya usted a saber, con lo ineficientes que son los funcionarios en España, cualquier cosa era posible...

Por suerte, aun trabajaba allí, aunque ahora era “ Comercial Manager” no-sé-qué... Me costó dar con ella, porque aunque preguntaba por ella con claridad (“sorry me: You Know Marta Soriano?”), nadie parecía conocerla. Finalmente, le enseñé su foto a una mujer muy maja que andaba por allí y me indicó con gestos un despacho al final del pasillo. Cuando llegué allí, una secretaría me atendió en castellano.¡Gracias a dios, alguien sensato en aquella casa de locos! Me dijo que Mrs.Philips estaba en una reunión, pero que podía dejarla una nota y ella se la haría llegar. Intenté explicarle que a mí me tocaba un pié la tal Philips esa y su reunión, que yo quería ver a Marta Soriano. Le enseñé la foto y ella me dijo que efectivamente esa era Mrs.Philips.

¿Se había cambiado el apellido? Todo podía ser, supongo que tanto tiempo entre aquellas gentes tan raras bien podían trastornar al más pintado. Daba igual, sólo pensaba en nuestro futuro en común, en lo felices que íbamos a ser...ya habría tiempo de que me explicara todas aquellas tonterías de los apellidos, aquello era una minucia comparado con nuestro amor.

Me dio un papel para que pudiera dejarla una nota o algún teléfono si quería. Cuando cogí el bolígrafo, la mano me temblaba.¡Estaba tan ilusionado!

Imaginaba su cara de sorpresa cuando leyera mi nota...

2 comentarios:

Pugliesino dijo...

Y sigo sintiendo la misma emoción de entonces,el tener una frase como la arcilla que ha de moldearse,y la posibilidad de crear algo con ella.
Ya sé que menuda cursilada :)

pero hay algo mágico,y no es el bolígrafo.

Un abrazo killo!

Jan Lorenzo dijo...

Y poco después su ilusión se rompería pedazos por seguir un amor que ya no estaba ahí...

No la leí en su momento, y lo hago ahora que un comentario tuyo me ha traído hasta aquí...

Me da pena el chico, que lo deja todo por ella, y que verá sus ilusiones esparcidas por el suelo cuando se de cuenta de que ella le ha olvidado ya...

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.